Entrevista a Chris Cleave, autor de «Con el corazón en la mano»

Apenas conocido en España, Chris Cleave se ha granjeado la popularidad en Inglaterra por abordar temas delicados que afectan directamente a la masa social, a través de sus novelas y de sus artículos en The Guardian.

Chris Cleave (Foto: biografiasde.com)

Si en Incendiary, su primera novela, trazaba su particular camino hacia las consecuencias del terrorismo, en Con el corazón en la mano/Amb el cor a la mà (Maeva/Amsterdam) pone sobre la mesa las lamentables condiciones de los centros de detención para inmigrantes en Inglaterra.

Dos mujeres, la joven nigeriana Little Bee y la británica Sarah, se conocen en trágicas circunstancias. Dos años después, vuelven a reencontrarse cuando Little Bee sale por fin del centro de detención donde ha estado recluída y pide a Sarah que la acoja en su casa. El destino quiere que vuelvan a verse cuando se está preparando el funeral de Andrew, que no logró recuperarse de los hechos ocurridos en el pasado y acabó suicidándose. Los lazos de estas dos mujeres se verán reforzados gracias a Charlie, el hijo de la pareja, con quien la africana entabla amistad. Muy pronto se estrenará la versión cinematográfica producida y protagonizada por Nicole Kidman, con el título de Trespass (Pecado).

En tu anterior novela, Incendiary, también abordabas un tema complejo, el de los atentados terroristas contra la población civil, en un momento real ciertamente crítico. ¿Siempre tienes presente la actualidad?

La manera de acercarme a las historias es buscando acontecimientos importantes que nos afectan a todos, es de ahí de donde parto. En el caso de Incendiary, fue el atentado provocado por Al-Qaeda el 11 de marzo de 2004 en Madrid. En aquél entonces yo vivía en París y me interesaba mucho la opinión de la gente sobre los efectos del terrorismo. Ahora, con los graves problemas económicos que asolan al mundo, uno de los temas más delicados y preocupantes es la inmigración y quise tratar sobre ello de una manera entretenida.

¿Se te hace necesario incorporar el humor en tus novelas, a pesar de tocar asuntos muy dramáticos? ¿Es tu manera de acercar las historias a los lectores de forma más llevadera?

Sin duda, es básico. La vida es divertida, ¿por qué no? Y los temas que dan más miedo deberían tratarse siempre con humor, provocando subidas y bajadas de tono en las situaciones. Ofreciendo un abanico total de emociones reproduces lo que sucede en la vida. Los libros deberían ser siempre viajes vitales; al final lo que recuerdas no son las historias, sino las emociones que te han aportado la lectura.

El uso del lenguaje es muy importante en tu novela, ya que gracias a él y a la manera en que se expresan Little Bee y Sarah, podemos reconocer mucho de ellas mismas y remarcas las diferencias con ello. ¿Cómo has trabajado ese aspecto?

Es una buena pregunta…  y difícil de responder. Yo sé cómo funciona en inglés, así que, si te parece, te explico y luego me comentas si en la traducción lo has percibido igual.

Perfecto.

Lo bueno del inglés es que tiene muchos registros, tipos muy variados… El jamaicano, el australiano, el hindú, el nigeriano…  Uno de mis periódicos favoritos es el The Hindustan Times. Utilizan un inglés precioso. Por ejemplo, evitan la palabra «criminal» y usan  «malhechor»; no se «cometen delitos», si no que se «provoca el mal». Esa pulcritud, la ornamentación del inglés en la India, es maravillosa. Soy de los que opinan que se puede conocer el carácter de una nación a través del lenguaje. En el caso de Con el corazón en la mano, me gustó recrear el inglés nigeriano, tiene construcciones curiosas. Destaca porque el peso de la frase lo dejan para el final, no obtienes el significado total hasta que no han acabado. Es como si permanentemente estuvieran recitando proverbios. Como la historia del hombre que ha sido golpeado y se queja porque se le ha quedado la cara hinchada hasta que le dicen que deje de quejarse y simule que es un hombre gordo. Es en el final donde encuentras el significado que te hace comprender. Resumiendo, cada país codifica el idioma a su antojo y eso es enriquecedor para quienes escribimos.

En la traducción publicada por Maeva (firmada por Álvaro Abella) se ha recurrido al uso de un lenguaje más simple para los nigerianos, un español rural, rico en matices pero muy rudimentario. Y en catalán (a cargo de Ricard Biel), se ha optado por algunas palabras coloquiales, pero apenas se nota la diferencia.

Posiblemente haya sido la mejor solución. En mi idioma el nigeriano no es un inglés inferior. Todo esto es fascinante para mí, ¿sabes? En algunos países, hablando con los traductores, encontré que no había solución posible. Por ejemplo, en Islandia no había manera de jugar con estos dos niveles del idioma. En un lugar de 300.000 habitantes, no encuentras varios registros, sólo hay uno. En Noruega hablan diferentes idiomas, pero tienen un único registro para cada uno. Con esto surgen conflictos que no me planteé. Porque, ¿Little Bee trata a Sarah de tú o de usted? En inglés sólo hay una 2ª persona del singular. En francés para el «usted» se utiliza la 2ª persona del plural… Y en español teneis las dos opciones. Un lío. Pero creo que es la pregunta más interesante que me han hecho hoy, gracias (risas). Me fascina trabajar con los juegos del lenguaje.

Y hay muchos, sobre todo con ese contraste entre los dos personajes femeninos. También en la manera de interpretar y de vivir las acciones. Nos descubres a Little Bee en las primeras páginas, deseando ser una libra esterlina y comparando la moneda con las personas. O su manera de entender el horror, tan diferente de como lo vivimos en el primer mundo.

Me interesa agarrar los conceptos más complejos, hacer un puzle con ellos y tranformarlos en algo bonito que se entienda. No quiero dar una charla sobre la globalización. En lugar de eso, juego con las ideas y explico que medio mundo está globalizado de una manera divertida y elegante.

Y encontramos también un arma de escritor muy difícil de utilizar sin caer en los tópicos: Mostrar cómo los pequeños detalles, las cosas más simples, pueden llegar a convertirse en grandes acontecimientos.

Sí, las pequeñas acciones son simbólicas. Por ejemplo, en la famosa reunión de Naciones Unidas en la que se decidió entrar en guerra contra Irak. Un detalle: Bush se acerca a Blair y, de manera informal, le coge del hombro y le dice «Â¡hey, Tony!». Es un simple gesto, pero demuestra cómo se ejercen las relaciones de poder y cómo es una persona. Pasa lo mismo con los matrimonios. Las grandes cosas no hacen duradera una relación, lo que importa son los pequeños detalles.

¿Cuál es tu forma de trabajar? ¿Eres activo, te documentas sobre el terreno, o lo haces todo desde casa?

Si pienso en ello, creo que el inicio de la investigación se remonta a mucho tiempo atrás. A los diecinueve años estuve haciendo de cocinero en un centro de detención durante tres días. Hasta ese momento no sabía ni que existían. Pero, hablando en serio, todo surge a raíz del caso de Manuel Bravo, el angoleño que no consiguió asilo en Inglaterra y acabó suicidándose después de cuatro años de espera para que su hijo pudiera entrar en el país. A partir de aquí, inicié el trabajo de documentación a tres niveles. Por una parte, entrevistándome con refugiados que permanecen en los centros de detención; en cuanto al lenguaje, introduciéndome en la amplia comunidad nigeriana que vive en Londres, aprendiendo su manera de expresarse, cosas de su cultura, de su sentido del humor. Finalmente, estudiando las transcripciones de Naciones Unidas con entrevistas a refugiados. Escucho, escribo, vuelvo a investigar, vuelvo a escuchar, a leer… Así hasta llegar al centro de la historia. Es mi caos particular.

¿Desde un primer momento supiste que la novela debía dar voz a las dos protagonistas, haciéndolas narradoras?

Si te soy sincero, escribí el libro dos veces.

¿?

Sí, la primera versión era muy diferente. Todos eran narradores. Little Bee, Sarah, su marido Andrew, Charlie (que es el hijo de ambos)  y Lawrence, el nuevo compañero de Sarah. Cuando presenté el manuscrito a Random House lo detestaron. Pensaban que era un tipo listo pero, después de leer esto, cambiaron de opinión. Así que perdí al editor. Esto me enseñó una lección: hacerlo todo más simple. Dar a conocer a todos los personajes sin necesidad de convertirlos en narradores. Trabajé sobre ello y finalmente la versión publicada ha sido la tercera.

Todo el mundo ha destacado la fuerza de los dos personajes femeninos, pero me ha inquietado mucho Andrew, que queda como un hombre incapaz de enfrentarse a los problemas y su remordimiento le lleva a arrastrar el peso de la culpa hasta su final. ¿Ha sido un personaje difícil de desarrollar?

No, lo siento muy cercano, está en mi naturaleza. Era importante mostrarle como alguien que no tiene idea de sí mismo y que no se corresponde con la realidad, no encaja en ella. En un momento determinado debe tomar una decisión y se equivoca, queda como un cobarde. Lo que es, lo que acaba siendo, no le hace noble. Como escritor, fue más difícil meterme en la piel de ellas, trabajé de manera diferente para obtener ese punto de vista ajeno, como te decía, a mi naturaleza.

Desde que se publicó el libro en inglés, hace dos años, ¿ha cambiado la situación de los refugiados en Inglaterra? ¿Crees que la literatura puede provocar reacciones o incluso cambios sociales y políticos?

Respecto a la primera pregunta, creo que sí. En este tiempo se han producido cambios en positivo, no gracias al libro, claro. La población hace campaña para que se hagan cosas. El nuevo gobierno acabó con la detención de niños en los centros, aunque los siguen deportando. Los que piden asilo vienen de zonas de conflicto y son retenidos por tiempo indefinido en los centros de detención sin haber cometido delitos. La crisis acrecienta la suspicacia de los ciudadanos y eso hace que rechacen a los refugiados y, por supuesto, a la inmigración ilegal.

En cuanto a si creo que la literatura puede hacer cambiar las cosas… Son los lectores, depende de ellos, no del autor. Y del uso que le den a la información que reciben. Puedes coger el Nuevo Testamento, leerlo y transformar el mundo en algo maravilloso. Pero también puedes destruirlo. Según interpretes El Capital de Karl Marx, puedes convertir el mundo en un Estado Soviético o hacer cosas beneficiosas y estudios que permitan la mejora social y económica. Los efectos de la literatura siempre dependerán de la manera en que se lea.

José A. Muñoz

José A. Muñoz

José A. Muñoz (Badalona, 1970), periodista cultural. Licenciado en Ciencias de la Información, ha colaborado en varias emisoras de radio locales, realizando programas de cine y magazines culturales y literarios. Ha sido Jefe de Comunicación de Casa del Llibre y de diversas editoriales.

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