Esta vez el fuego, de Michele Monina

Esta vez el fuego. Michele Monina
Traducción de Eduardo Martínez de Pisón
Editorial Periférica (Cáceres, 2009)

Como la filmografía de Fatih Akin, la ópera prima de Hanif Kureishi o buena parte de los relatos de Irvine Welsh, la espontánea trilogía que Periférica ha ido situando en las librerías durante los últimos meses a partir de Lionel Tran, Gul Y. Davis, y, ahora, Michele Monina, supone un documento esclarecedor a la hora de entender el Volkgeist que la Europa contemporánea y contracultural está construyendo desde los focos de marginalidad que habitan la periferia del medio urbano, las segundas y terceras generaciones de inmigrantes provenientes del Oriente cultural y los opositores políticos a la deriva liberalista y hasta cierto punto atlantista que desde los gobiernos más fuertes pretenden imponer.

Para el caso que nos ocupa, Monina (Ancona, 1969) toma como eje argumental de Esta vez el fuego la multitudinaria manifestación contra Berlusconi en Roma tras la aparición del partido Forza Italia. A partir de ahí, el autor proyecta una eficiente narración fragmentaria que se estructura como facetado cubista, es decir en donde el autor zigzaguea por escenas más o menos inconexas entre sí, atildando el carácter expresionista del relato sobre la linealidad del mismo, y coquetea con el desdoblamiento formal, tal como atendemos en la segunda persona que el autor decide para en el capítulo «Historia de Francesco», o el cambio de visión acontecida en el excelente «Monólogo de Drugo», donde con todo lujo de detalles son relatadas las peripecias de un ultra para introducir armas blancas en el estadio local, o las batallas campales contra los hinchas de los equipos rivales.

Dicen que Esta vez el fuego cuenta con un elevado componente autobiográfico, lo cual actúa en el auditorio de la obra como cabe esperar de toda autoficción que se construye soslayando bisoños excesos de pornografía autoconfesional: ¿Cuánto de lo que aquí acontece ocurrió de verdad?, es lo que al lector le exigen preguntarse en una novela, que, como los textos de Lionel Tran y de Gul Y. Davis, se halla plagada de un gusto hipertrofiado —aunque sin previsibles manierismos— por la instantánea violenta y escatológica; por ejemplo: «se derrumba en el suelo, dejando por ahí trozos de cerebro y sangre y huesos que huelen a quemado. En el aire hay el mismo olor que cuando mamá pasa las patas de la gallina por la llama del horno.»

Muertes, represión y odio son, pues, los ingredientes principales de esta olla a presión generada en torno a la tiranía del país de Berlusconi. No obstante, merece ser tenido en cuenta el hecho de que el narrador protagonista —descrito a sí mismo como representante de la llamada Generación X—, aunque movido por la moralidad de su creencia en el cambio político que Italia precisa con urgencia, aparece también caracterizado por una obsesiva tendencia a comparar todo lo que observa con ciertas películas de acción icónicas de la cultura pop, lo cual nos sitúa en una posición de superioridad visual respecto al protagonista, que parece no ser consciente de la influencia que sobre él ha ejercido el cine mainstream.

En el relato que lleva por título «Enclave social de Bolonia», aparecido en el libro Esta revolución no tiene rostro, el colectivo Wu Ming, también compuesto por autores italianos, interroga abiertamente si el fracaso de la izquierda actual acaso no hallará su germen en la imposibilidad para definir al enemigo, así como en la multiplicidad de guerras internas entre subgrupos que a menudo parecen tener intereses contrarios entre sí (feministas, ecologistas, comunistas, populistas, elitistas, etcétera). La misma cuestión sobre la esencia de la izquierda plantea Monina de un modo más sutil —o como dice el relato: «Ahora todos son de izquierdas sólo para decir que no son de derechas»—, según comprobamos en las refinadas conductas musicales del grupo de amigos a Roma trasladado, o el conflicto con las normas para los manifestantes que dicta el sindicato. Ergo, quince años después de la creación de Forza Italia, y con el último affaire Berlusconi aún humeante, Esta vez el fuego aterriza en nuestro panorama editorial de forma muy-muy apetitosa.

Antonio J. Rodríguez
http://ibrahim-berlin.blogspot.com

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