M. Dolors Sàrries y Jordi Fernando: Diez años de Meteora

Hay editores a los se les coge cariño, no tan solo por la calidad de su trabajo si no también por la que demuestran como personas.

M. Dolors SÃ rries y Jordi Fernando

En un sector cada día más avinagrado y en el que la mayoría procura salir retratado en la instantánea que recoja a la generación de turno (aunque se esté con un pie en la cola del INEM o, peor aún, en la tumba), trayectorias emprendedoras como la que, desde hace diez años, vienen desarrollando M. Dolors Sàrries y Jordi Fernando al frente de Editorial Meteora, no se entienden sin su empatía y maneras para hacer partícipes a los demás de su pasión por los libros. Hasta el punto de crear un club de lectura o dejar en manos de sus seguidores en facebook la decisión de escoger una cubierta para una novedad.

Hace dos años, nuestro compañero Diego Giménez publicaba en RdL una pequeña entrevista con ellos en la que ya dejaban clara su posición sobre algunos temas. Con motivo del décimo aniversario, volvemos a la carga para comprobar que siguen al pie del cañón, con el cargador repleto y dispuestos a hacer de 2011 su gran año.

Mirando hacia atrás, ¿os habéis distanciado mucho del proyecto inicial?

M. Dolors Sàrries: Sí, nos hemos ido reubicando en base a la experiencia con los libros publicados, los originales que se han ido recibiendo y la demanda que hemos detectado en el mercado. En un principio nos interesaba mucho publicar narrativa…

Jordi Fernando: Nuestra primera intención era que Meteora fuera una editorial muy literaria pero a medida que crecíamos nos abrimos para tocar más teclas con otro tipo de libros que no dejan de ser vasos comunicantes entre ellos, unos se alimentan de otros. Dedicarse exclusivamente a la literatura nos resultaba limitado.

M. D. S.: Ten en cuenta que en literatura es donde encontramos más competencia, no solo por la cantidad de editoriales que hay y por todo lo que se publica, también por la continua lucha que se debe mantener por conseguir un espacio en las mesas de novedades de las librerías. Al final, es una razón de peso que te hace tomar decisiones, como la de probar con otros géneros.

J. F.: En novela, tienes que luchar con los grandes grupos y con editoriales ya muy arraigadas, mientras que con el ensayo o la poesía el terreno está menos saturado. Sucede lo mismo con el libro infantil…

M. D. S.: Además hemos detectado que hay mucho lector fiel que no busca un único libro, se interesa por todo lo que publicas. Nos ha sucedido con los libros sobre periodismo Periodistas o lacayos, de José Luis Caballero, o Cartes a Clara, de Agustí Pons. Los interesados en temas determinados van buscando producto nuevo. Quienes buscan best-sellers ya saben qué sellos suelen publicarlos. Para nosotros, el ensayo es más exclusivo. Y, precisamente, es un género en el que algunos editores han bajado el nivel.

Que existan editoriales como la vuestra, permite que nuevos autores de calidad que lo tienen difícil para publicar vean otra puerta abierta…

J. F.: Nosotros vivimos de autores noveles. Publicar a los ya consolidados es imposible, porque están cogidos. Corremos nuevas aventuras y eso crea diversidad.

M. D. S.: En poesía esto no lo encuentras, claro. Hay más posibilidades de publicar a poetas de prestigio. En Meteora tenemos la colección Mitilene, con nombres como Ricard Creus, Marta Pessarrodona, Antoni Clapés, Feliu Formosa, Màrius Sampere… Algo así resulta muy difícil en narrativa.

J. F.: Nadie nos obliga a jugar en Segunda División, pero para estar en Primera se ha de tener más nivel y, no lo olvidemos, mucho dinero. Mientras otros están en el centro y publican de manera espléndida a autores franceses, ingleses o alemanes, nosotros nos movemos entre los radios de la rueda, lo que permite esa diversidad de la que te hablaba antes.

El trato con el autor también es diferente, mucho más cálido…

M. D. S.: Somos artesanos, partiendo del hecho de que todo lo hacemos nosotros y el trato es directo con los autores. Ellos son los que mejor conocen su trabajo y pienso que es bueno mantener esa relación «de tú a tú».

J. F.: Es uno de los pocos lujos que nos podemos permitir. Y al mantener un diálogo conceptual con ellos se muestran muy receptivos. No son nada divos.

M. D. S.: También facilita el proceso, es mucho más ágil. Tanto la elaboración y la producción, de lo que se encarga Jordi, como la promoción y la difusión. Poder hablar directamente con el autor a través del teléfono o del correo electrónico nos ayuda a hacer el trabajo y a no perder el tiempo.

J. F.: Esa comunicación es el pilar de la editorial. Si no lo tuviéramos perderíamos la filosofía de equipo. Es cierto que el éxito depende siempre del público, de los lectores, pero por nuestra parte ponemos todo el empeño para que el esfuerzo que se pueda hacer desde aquí nos lleve hacia ese camino. ¡No será por falta de discusión y preparación!

¿Cuáles serían los títulos estrella de estos diez primeros años de Meteora?

M. D. S.: Estamos muy orgullosos de libros como el primero que sacamos al mercado, sobre Lola Anglada. Los libros de «no ficción» crean un fondo, siempre se mantienen porque se van vendiendo. El de más éxito de ventas sigue siendo Las Meninas de Picasso, que publicamos en castellano, catalán e inglés.

J. F.: Y eso que nos trajo muchos dolores de cabeza por los derechos de las imágenes.

M. D. S.: También han funcionado muy bien los libros sobre el Barça. Y el rey de todos, claro, El preu de ser catalans, de Patrícia Gabancho. Ha sido un boom.

J. F.: Fue el descubrimiento de Gabancho como animal político y social. Después de su publicación se hizo mediática. El libro fue fantástico para impulsarnos mutuamente.

M. D. S.: Sucedió lo mismo con Empar Fernández. Le publicamos su primera novela, Para que nunca amanezca, luego triunfó en otra editorial con Planeta ESO y con su serie del inspector Escalona, escrita junto a Pablo Bonell Goytisolo, ha ganado varios premios, y ahora ha vuelto con nosotros para publicar Hijos de la derrota. En su momento no era conocida y nos llena de ilusión haber contribuido en su trayectoria. La colección de poesía también está funcionando muy bien…

J. F.: Es un género que tiene un público muy fidelizado. Como te decía antes Dolors, publicamos a autores importantes en lengua catalana y, como proyecto editorial, no es caro.

M. D. S.: Y los de temas periodísticos, que también he comentado antes. Cartes a Clara ha sido muy solicitado por profesionales, incluso de Madrid.

J. F.: Y, como suele suceder, están los que nos satisface publicar pero que no funcionan comercialmente o, al menos, no tanto como merecerían. Desgraciadamente son la gran parte de ellos. Nos dolió mucho lo que sucedió con el libro de Ricard Salvat, Animals destructors de lleis. Se trataba de su primera novela, publicada originalmente  en 1961 y con la que obtuvo el Premio Joanot Martorell. Practicamente la tratamos como si fuera la primera edición del libro, puesto que ya estaba fuera de circulación desde hacía décadas. La promoción quedó a medias, porque falleció justo cuando lo lanzábamos al mercado. Tampoco hubo suerte con Banderes al vent! de David H. Rosenthal, poeta norteamericano que se caracterizó por ser el traductor al inglés de Rodoreda, Perucho, Víctor Català i del Tirant lo Blach. Falleció de cáncer y dejó, a través de Joan Randé y de su viuda, este libro póstumo que pudimos rescatar. Retrata en él la Barcelona anterior a la Guerra Civil, con sus movimientos sociales, culturales y políticos y resulta imprescindible para conocer ese momento de la historia de Catalunya. No supimos hacerlo llegar a la gente, hubiera merecido un mejor trato y más eco en la prensa. Creo que el problema está en la capacidad de hacer de altavoz. Si en catalán es difícil, en castellano está fatal. No tenemos suficiente promoción. Y no hay que esconder la palabra «fracaso». Si se admite, queda la posibilidad de volver a probar. Es el punto de vista que seguimos para acercar buenas lecturas a la gente.

M. D. S.: A pesar de que no haya habido repercusión con muchos de los libros, estamos satisfechos con todo lo  publicado. Olga Xirinacs, Eulàlia Solé, Gloria Montero, Gabriel Jackson, José Manuel Echavarría… Son autores a los que nos enorgullece tener en nuestro catálogo.

Precisamente vuestras publicaciones en castellano han disminuido…

M. D. S.: Sí, pero este año queremos retomar la publicación de novela en castellano con dos o tres novedades. A ver si podemos, por fin, entrar en el circuito nacional.

Personalmente, una de las satisfacciones que os agradezco es la de haber publicado El gratacel, la primera novela (que raro resulta decirlo) de Màrius Sampere.

J. F.: Para nosotros fue un descubrimiento del año pasado. Se nos ha presentado como un gran narrador, con un tipo de prosa muy especial, con ese recurso de la ironía tan habitual en él.

M. D. S.: Y fue él quien vino a nosotros. Le gustó el trato que le dimos cuando publicamos su poemario Altres presències. Un autor de su nivel podría haber ido a cualquier otra editorial y le hubieran publicado la novela con los ojos cerrados.

Después de diez años trabajando duro y por lo que explicáis, veo que tampoco habéis encontrado el secreto…

J. F.: No existe. Si lo hubiera ya lo habrían comprado los grandes. Pero es mejor así, eso nos permite mantener la esperanza de encontrarlo algún día.

M. D. S.: Han de coincidir una serie de factores, que se recomiende, que el tema toque en ese momento, que aparezca en el momento propicio. Son diferentes canales que confluyen.

J. F.: Pero tampoco se puede controlar con los grandes best-sellers… Nadie sabe por qué motivo triunfaron los libros de Stieg Larsson que, quizás, publicados en otro momento o en otras circunstancias, hubieran fracasado. Un factor importante es la promoción, la inversión de dinero. Pero si no es el momento del libro, tampoco es algo seguro.

¿Cuál es vuestra postura ante el libro electrónico?

M. D. S.: Somos defensores. Formamos parte de Edi.cat, la red de editores independientes en catalán que tiene plataforma propia y que ha sido pionera del Estado en la comercialización del formato electrónico. También se ha creado Edibooks para los que tenemos colecciones en castellano.

J. F.: Con las novedades, estamos trabajando en los dos soportes (papel y digital) a la vez.

M. D. S.: Teníamos dudas con el fondo de catálogo, porque debíamos tomar una decisión sobre qué hacer. Así que tendremos una selección para comercializarla en digital. Somos conscientes que la incorporación en el mercado será lenta y, de momento, sin beneficios. Pero estamos ahí.

¿No contempláis, en un futuro, dedicar los esfuerzos al formato electrónico y olvidar el papel?

J. F.: Llegará un momento en que la propia tecnología nos lo pedirá. Por ahora seguimos trabajando igual. Las propias posibilidades que ofrezcan los eReaders harán que la edición sea diferente. Pero vamos sin prisa, a ritmo sandunguero. El hecho de que se necesite un aparato es una desventaja. Con el soporte tradicional no hay intermediarios en la lectura, la relación es directa entre el libro y el lector. Pero está claro que el acceso para las nuevas generaciones es diferente y las maneras de buscar y hacer nuevos lectores, también.

M. D. S.: Nos miramos el eBook con cariño, forma parte de la innovación y no podemos quedar atrás. ¿Somos atrevidos? Quizás. O a lo mejor muere el formato y todo queda en nada, pero nadie podrá decir que no nos arriesgamos.

Foto © Patricia Murmuri

El riesgo es lo que parece que frena a las grandes empresas del sector…

J. F.: Desde luego, los grandes grupos lo tienen más difícil, porque su maquinaria es tan compleja que cualquier cambio requiere de una inversión muy elevada, incluyendo la propia estructura empresarial. Pero no creer en el eBook es no creer en el libro. Los autores que puedan manifestarse en contra es como si dijeran que no les interesa publicar su obra, ni siquiera en papel.

M. D. S.: Yo sigo lo que se va haciendo. En Edi.cat somos conscientes de que los eBooks han de ser más baratos y, precisamente, las plataformas que se están creando deben facilitar esa reducción en el precio hasta, al menos, el 50%.

J. F.: Y en lo que se refiere al precio, no olvidemos que la última palabra la tiene siempre el editor, que es quien lo marca. Si es caro es porque el editor así lo decide.

Pues yo oí decir a un editor que la culpa era de las agencias que, por defender los derechos de sus autores, no permitían que los libros fueran más baratos.

M. D. S.: A los autores les da igual. Todas las ediciones que se hagan les aportan beneficios…

J. F.: Y nuevos lectores. A las agencias no les interesa porque es un mundo desconocido para ellas y no lo pueden controlar bien. Les recomiendan a sus autores que no firmen nada, que no se sabe cómo irá, que los editores les van a timar, que si la piratería… Y complican aún más las relaciones. Y encima, para evitar la copia, dificultan la descarga de archivos a los compradores. Creo que, por supuesto, interesa vender en el formato que sea, pero no se les pueden poner tantos inconvenientes a los lectores.

Desde Meteora también habéis apostado por el uso de internet y las redes sociales.

M. D. S.: Es un canal fabuloso, nos hace de altavoz para dirigirnos a mucha gente.

J. F.: Es la democratización de la promoción. Antes, poder hacer difusión de tu trabajo solo estaba al alcance de los millonarios. Se tenía que invertir mucho dinero en publicidad, en procurar aparecer en los medios… Y aún así no tenías garantías de llegar a la gente. Ahora nos encontramos con una red abierta y llegamos a muchísimas personas con la certeza de que están ahí, porque hay comunicación con ellos. Nos hemos metido de cabeza.

M. D. S.: También hemos hecho una nueva web, practicamente nos hemos visto obligados a hacerlo y le hemos dedicado muchos meses para presentarla de manera atractiva y con contenidos multimedia.

J. F.: La edición de libros, en estos momentos, requiere quitarse la pereza de encima y trabajar con las nuevas tecnologías. Ya no podemos limitarnos a esperar y ver qué pasa, hay que aprender cada día, estar al corriente de las novedades de internet, porque son canales que no implican apenas coste y te permiten llegar a más público.

M. D. S.: Con las redes sociales se requiere tiempo, dinero e imaginación para sorprender, porque no se puede abrir el canal y esperar a que te venga la gente sin hacer nada. Para nosotros, las formas, la educación en el trato, es importante. Tanto como la personalización en nuestros mensajes en Red. Ahora nos relacionamos con muchas personas a las que ni siquiera conocemos y no se les puede tratar de «colegas». Con el tiempo, hemos recibido mensajes agradeciendo esta manera de comunicarnos porque proporcionan cercanía.

¿Cómo contempláis, en general, la edición en catalán en estos momentos?

J. F.: Uno de los principales problemas con el que nos encontramos todos es la visualización de los libros en los puntos de venta…

M. D. S.: … y la distribución.

J. F.: Presentas a la librería la novelita del mes y el gran editor llega con varias novedades invadiendo las mesas, que es lo que sucede con la edición en castellano, se trata de llenar las librerías de novedades aunque para eso tengas que publicar de todo. El handicap es que, teniendo una producción inferior, se intenta que la presencia sea superior. Y es, como digo, un problema de cantidad. Además, el último año se ha sufrido el caso del cierre de la distribuidora l’Arc de Berà que ha afectado a muchas editoriales. Indirectamente el resto de empresas se ven también tocadas porque, y es bueno que se sepa, las distribuidoras están conectadas. Hay unas que cubren a otras en determinadas zonas donde no se llega mediante tratos comerciales y logísticos. En este caso tampoco llegó el dinero a esos otros distribuidores que pactaban con l’Arc de Berà, por lo que muchas editoriales ajenas al conflicto no han podido ingresar su facturación. Sumemos a eso el hecho de que la relación entre el distribuidor y la librería tampoco se ha beneficiado. Esas editoriales afectadas han tenido que ser reubicadas por otras empresas de distribución, por lo que los agentes se ven desbordados ofertando más catálogos de novedades. Estamos en plena recolocación del mercado y ya veremos cómo quedará todo. Se crean nuevas distribuidoras desde cero, hay sellos que han decidido montar la suya propia…

M. D. S.: Por otra parte, intentamos encontrar puntos en común. Desde la incorporación del Grup 62 a Planeta, los editores independientes catalanes nos damos apoyo. Solemos celebrar encuentros informales para compartir problemas y soluciones.

J. F.: Nos ayudamos en lo bueno y en lo malo, porque solemos avisarnos para no aplicar fórmulas que no funcionan.

M. D. S.: En los dos últimos años mantenemos contacto permanente a través de internet, teléfono y en reuniones que nos han permitido, por ejemplo, organizarnos y crear Edi.cat.

J. F.: Digamos que hay que eliminar los recelos. Es cierto que somos competencia pero… hasta cierto punto.

¿Y qué opináis de los nuevos editores? El año pasado hubo una explosión de editoriales nuevas, algo similar a lo que sucedió hace diez años, cuando nació Meteora…

J. F.: Es el resultado de la globalización. Dejan de publicarse un montón de cosas, las condiciones son más duras y son los editores pequeños los que sacan aquello que a los grandes ya no les interesa. Es el reverso de la idea global.

M. D. S.: Y, en cierta manera, están creando tendencias nuevas…

J. F.: Sí, como la recuperación de libros inencontrables. Hay muchos cuyos derechos siguen en poder de los grandes y no puedes hacer nada. Sucede con Agustí Bartra, por ejemplo, un poeta catalán reconocido, de quien se celebró el centenario de su nacimiento en 2008. No encuentras nada de él. La recuperación o primeras ediciones de obras nunca publicadas es un trabajo dignísimo y necesario. Pero no es negocio para las grandes editoriales. Los pequeños editores crean una tendencia contraria a la de los grupos. Y la palabra clave es «continuar». Continuar buscando.

¿Cómo os planteáis el futuro, al margen de lo hablado sobre el soporte electrónico?

M. D. S.: Como ya te hemos insinuado, pretendemos recuperar la publicación en castellano con dos o tres novedades. También vamos a iniciarnos en la edición de bolsillo, impulsar el ensayo, los libros de historia y el análisis literario. Y volveremos a insistir con la novela, no pararemos hasta conseguir un éxito que compense el trabajo de buscar nuevas obras interesantes. En la línea de lo que decía Jordi, tenemos puesto el ojo a la recuperación de libros. Al menos, lo estamos estudiando. En cuanto al libro infantil, lo tenemos parado, y la intención es retomar la colección.

J. F.: Como editores, nos sentimos en la obligación de descubrir a nuevos autores, a la recuperación y a la conquista de nuevos lectores. Porque si  no, nos quedaremos sin ellos. Cuando leo a algunos intelectuales criticar los libros de Harry Potter me pongo nervioso. Gracias a J. K. Rowling tendremos más lectores en el futuro.

M. D. S.: Un librero me dijo hace unos días que hay menos lectores pero, los que se pueden considerar como tales, leen muchísimo.

J. F.: De todos los productos culturales y de ocio, el libro es el que tiene las de perder, porque disfrutarlo requiere un esfuerzo intelectual y competir con el cine o la televisión es muy difícil. Que los editores y la sociedad de masas vayan de la mano es complejo.

¿Y respecto a novedades para estos primeros meses de 2011?

M. D. S.: Acabamos de publicar en catalán y castellano una guía cultural y gastronómica sobre la Vall de Boí, coincidiendo con el décimo aniversario de su proclamación como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. También estos días se pone en circulación Viure sense el meu fill, de Josep Gironès, y cuya cubierta fue seleccionada a través de una iniciativa en la que participaron 220 personas a través de facebook. También hemos presentado L’exili violeta, un ensayo de Marta Pessarrodona sobre el exilio de las mujeres intelectuales catalanas en 1939, tras la finalización de la Guerra Civil.

Próximamente publicaremos Que sembli un accident, un estudio de Sebastià Benassar sobre la novela negra catalana en los últimos quince años, y la nueva obra de Gabriel Pernau, La fabulosa història de la senyora Wang. Es un reportaje documental sobre una mujer de Tarragona que, en el año 1935, siendo muy joven, se casó con un hombre de origen chino y se marchó con él a su país. Tuvo una vida muy interesante, ya que vivió la primera guerra civil en Shanghai, el proceso que llevó a la revolución comunista y a convertirse en República Popular, y la Segunda Guerra Mundial.

En narrativa, publicaremos Donostia, una novela de un autor que firma con el seudónimo Jon Lauko. Transcurre en Donosti en los años ’80 y el protagonista vive una persecución cuando ETA atenta contra él y decide averiguar el motivo por el que es objetivo del grupo terrorista. Lauko estuvo un año recopilando información para documentarse.

Y en la colección de poesía, tendremos novedades de Anna Aguilar-Amat (Càrrega de color), Rafael Haro (Els crisantems) y Susanna Rafart (La mà interior).

Josep A. Muñoz

Web de Editorial Meteora

Página de Editorial Meteora en facebook

José A. Muñoz

José A. Muñoz (Badalona, 1970), periodista cultural. Licenciado en Ciencias de la Información, ha colaborado en varias emisoras de radio locales, realizando programas de cine y magazines culturales y literarios. Ha sido Jefe de Comunicación de Casa del Llibre y de diversas editoriales.

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