«Regression» (y II): Entrevista con Fernando Arrabal

Si ayer ofrecíamos la entrevista que Iván Humanes mantuvo con Joan Frank Charansonnet, director de Regression, hoy completamos la jugada con uno de los miembros del reparto, Fernando Arrabal, el «Canciller» del film. Cineasta, novelista, poeta, dramaturgo, pintor, ensayista… La figura de Arrabal es imprescindible para bendecir la primera película post-pánico, tratándose del creador, en los años ’50, del Movimiento Pánico original, desarrollado una década más tarde y en el que también participaron Alejandro Jodorowski y Roland Topor.

Fernando Arrabal (Foto © Óscar Orengo)

En sus escritos pánicos, comenzados a publicar ya en los sesenta, fue profeta artístico de lo que vino y está por venir. Se interesa por la matemática, la ciencia, el azar, la obra total…

Creo que los cuatro avatares de la modernidad giraron en torno a lo esencial. No creo que haya demasiada diferencia entre Dadá y el surrealismo. Pero sí hay una diferencia bastante grande entre ‘Patafísica y Surrealismo y entre Pánico y Surrealismo. Sin embargo, tanto Jodorowsky como yo, hemos vivido momentos apasionantes con los surrealistas. Él y yo vivimos tres años en el grupo surrealista. Se puede interpretar eso a través del arrabalesco «Es más fácil domar tigres que domar calamares». Obviamente, a André Breton y a los surrealistas no les gustaba la música, ni la ciencia, ni las matemáticas. No obstante lo pasamos muy bien allí, tanto Jodorowsky como yo.

En el film Regression el dolor es la piedra angular…

Si usted lee los manifiestos dadaístas, y los dos manifiestos y medio surrealistas, si usted lee los dos manifiestos Pánicos, el del tercer milenio y el primero, y si usted lee el Doctor Faustroll tenemos los diversos avatares, los cuatro avatares de la modernidad. Las esperanzas y las angustias. Por eso en la película se habla de unión y esperanza…. Nosotros, Topor y yo, etc. hemos hecho la apuesta pascaliana de inangustia. Rechazamos la angustia. Somos desesperados, no tenemos esperanza, ¿qué esperanza se puede tener en este valle?, pero no tenemos angustia.

La memoria, el azar y la confusión. Son tres elementos esenciales para el Pánico y para usted. También son elementos de Regression.

Son fundamental en sí. Esto muestra que el Pánico no es un género literario más, es un arte. Es un arte tan diferente de los demás, como puede ser la música de la arquitectura. Nosotros, por lo menos Topor y yo, también Jodorowsky en cierto aspecto, nos interesamos por temas esenciales como son la confusión y el azar. Intentamos encontrar las reglas del azar…

Y Dalí también lo intentó al reunir altruistamente a los más importantes matemáticos…

Exactamente. Que desmiente un poco la idea de que Dalí era un provocador. Porque al final él no saca ningún provecho a todo el dinero que se gastó en todo eso.

Y La Confusa de Cervantes, usted escribió al respecto de esta obra desaparecida. Qué pena no saber cómo era La Confusa.

No sabemos. Lo que sí sabemos es que las pocas cosas que él dice de esa obra, habla de ella como una obra magna. A mí me gustaría escribir esta obra de él. Como Los gigantes de la montaña de Pirandello, que está inconclusa. Me gustaría también escribir el diálogo que pudo haber tenido Wittgenstein con Stalin.

¿Wittgenstein con Stalin?

Yo creo que Stalin era un superdotado, desgraciadamente. Este diálogo, esta visita de Wittgenstein a Moscú probablemente engendró un diálogo y creo que podemos inventar ese diálogo. Un día lo inventaré. El día que termine mi novela.

¿Una nueva novela en ciernes de Fernando Arrabal?

No, en ciernes no. Es una novela que llevo escribiendo hace más de diez años, que tiene más de mil páginas y que hace poco creía que había quemado sin darme cuenta en uno de esas herencias de computadora. Tuvo que venir un gran técnico. Y por fin ya he comprado algo que creo que no se puede quemar, el último Mac con un disco duro paralelo, espero que no se coma las mil páginas, como el anterior. Hay libros totales. Por ejemplo hay un libro total mal publicado siempre, un libro extraordinario, que es el Doctor Faustroll de Alfred Jarry. El Doctor Faustroll no se puede leer, es complicadísimo. Y todas las versiones que se han hecho han sido con adornos académicos, con explicaciones. Entre ellas, la más seria edición, que es La Pléyade de París. Pero incluso ella no llega a explicar el Doctor Faustroll. Y hoy ha sido publicado por el Colegio Patafísico. Y es un libro espléndido, es el libro total de un verdadero superdotado que era Jarry. Como usted sabe no escribió Ubú Rey, se le atribuye, pero él no escribió Ubú Rey.

Hábleme de los «Sueños Pánicos”, su última obra editada, publicada por Raúl Herrero en Libros del Innombrable.

Es que yo voy a publicar cosas muy breves. Y me gusta mucho que sea Herrero el editor pues ya no quiero pasar por casas de edición que hacen negocio… Por eso también esta novela que escribo no quiero publicarla hoy, en vida, primeramente porque es muy probable que no la termine nunca, por ahora no la he terminado. Obviamente si la publicara encadenaría una serie de humillaciones folclóricas y aguinaldos folclóricos que disminuye lo que quiere decir un escritor… Se convertiría en una de esas cosas. Por eso quiero que sea post-mortem. Las cosas que tengo que decir las diré a cuentagotas como prefacio o postfacio de alguna cosa. Me interesa mucho lo que hacen personas en video como Christèle Jacob. Y me interesa esa constante actividad que es a la que estoy abocado por la muerte de los verdaderos genios. Obviamente a la gente le gustaría recibir a españoles geniales como Buñuel, Picasso o Dalí, y entonces tienen que invitarme a mí. Porque es al que conocen. Les gustaría invitar a un dramaturgo célebre y genial como Pinter o como Beckett y tienen que invitar al amigo de ellos. Entonces, ese deambular itinerante me permite estar en contacto y colaboración con los que van quedando, y que muchos de ellos tienen una vida secreta. Yo no podía decir en vida de Beckett cuál era el domicilio de Beckett. Hoy no puedo decir cuál es el domicilio de Kundera o Houllebecq, pero con todos colaboro, hago cosas. Esta relación, por ejemplo, increíble con Óscar Niemeyer, de 103 años, comunista. A muchos de ellos les he llevado el máximo galardón ‘Patafísico. Y esta gente lo ha recibido como lo que es, como algo extraordinario. Pero yo no soy responsable, en realidad yo no doy el título, solo soy el mensajero. Si usted ha visto la última semana o mes de vida de Louise Bourgeois, con la que he colaborado mucho, hemos hecho muchos libros. Hay una actividad que usted no puede conocer mía, que es que tengo más de mil libros de bibliofilia.

Joan Frank Charansonnet y Fernando Arrabal (Foto © Óscar Orengo)

Leí que usted no cambia de casa porque es más que complicado trasladar todos sus libros…

Esos libros de bibliofilia, esos libros son capitales en mi vida y en mi obra. No digamos de aquellos que tengo que pesan mi peso. Sesenta y un kilos. Fue una sorpresa en la Bienal. Lo que he hecho por ejemplo con Picasso, Dalí, Magritte, Louise Bourgeois son cosas esenciales. O lo que hago ahora con Kundera. Kundera ha hecho conmigo el poema Clítoris. Y escribió después de 30 años sin hacerlo en checo, en este idioma. Todo eso son cosas inmerecidas que proyectan a un mundo inmerecido y para mí triste al mismo tiempo, me pone en relación intensa con gente que creo superiores a mí. Como Dalí, Warhol, Beckett, Duchamp… Entonces, ¿cómo es que colaboro con ellos?  Hay una suerte y una desgracia. A lo largo ha habido una constante presencia con esa gente… El talento de Magritte como hombre de ciencias… Cuando voy a ver, hace unas semanas en Copacabana a Niemeyer, que me parece un gran arquitecto, como Arturo Soria, el español, pero éste con la utopía que se realizó, con cosas confusas y fracasadas como el lugar del Partido Comunista Francés…, la sorpresa es que Niemeyer, que se muestra como un fanático, porque una de sus frases fue “sólo quedamos los comunistas, Fidel Castro y yo”, y me pide cantar la internacional…, la sorpresa, decía, es que resulta que es un hombre que está en su siglo y a sus 103 años tiene una revista espléndida de poesía y filosofía que se llama Nosso caminho. Entonces, yo diría que cada vez que he estado con una persona de estas han hecho algo especial. No se ha comportado Dalí conmigo como se ha comportado con los demás. Incluso personas como Botero. Por ejemplo, Umberto Eco. Por ejemplo, Darío Fo. Cuando viene a verme me trae algo (todos han hecho conmigo algo especial), un cuadro que me traumatizó durante una noche de fiebre, ¿sabía usted que era pintor? Nadie lo sabe. En el mundo del arte se me ha considerado como renovador, un gran loco… yo nunca he sido un loco, lo he medido todo bastante… A lo mejor ellos se creen que soy un loco. Se lo cree Picasso, Magritte, Breton. Porque Breton debía haberme expulsado cuando yo creo el Primer Manifiesto Pánico decididamente fuera de la óptica surrealista, y no me expulsa sino que hace dos cosas excepcionales: publica mis textos pánicos y publica mi teatro, cuando acaba de decir que el dramaturgo es un ser nefasto, un surrealista no es dramaturgo… pero publica mi teatro. Breton publicó mi teatro pero no fue a ver una obra mía, puesto que Breton se metía en la cama a las siete y media de la noche. Entre los contemporáneos, Kundera tiene una relación con lo checo muy tirante, dice “mi obra es francesa, yo no soy checo, no quiero que se publique nada mío en checo”, pero elige el momento y traduce mi poema Clítoris en checo a la hora de chocar con Arrabal.

Y en esas Beckett también escribió algo excepcional sobre usted.

Sí, porque Beckett nunca escribió nada teórico, que sepamos. Y de pronto solo escribe literatura y a cuentagotas. Y escribe el día de mi proceso en España para escribir una sentencia literaria, para explicar qué es la literatura, y para decir una frase que está bien destinada a ustedes, ustedes son mártires de la literatura, pero yo no, les dice a los jueces españoles: “es mucho lo que tiene que sufrir Arrabal para escribir, ustedes para vivir como poetas, no añadan nada a su dolor”. Todos fueron mártires de la literatura. Alfred Jarry muere de hambre, ¿lo sabía? Sabemos que muere de inanición. Beckett vivía en una habitación abuhardillada muy pequeña, hasta que ganó el Nobel. Y cuando ganó el Nobel se metió en una casa horrorosa de cuatro habitaciones. El chino Gao Xingjian no puede vivir de la literatura, y cuando ganó el premio Nobel se compró un piso, que es lo único que ha tenido. Por ejemplo, Breton, que antes de morir nos enseña a mi novia y a mí el recibo de sus derechos de autor con Gallimard, que es quien centraliza sus derechos de autor, y ha ganado el equivalente a 600 euros en todo el año. Breton no tenía un piso, tenía un pequeño estudio. Vivía como Jarry, entre el 2 y el 3, en el 2 y medio. Todos ellos entraron en el arte como quien entra en un convento. Entonces, ¿por qué los he conocido? Es muy raro.

Iván Humanes Bespín
http://ivanhumanes.blogspot.com

Fotograma de la película © JUNNA FILMS

Iván Humanes

Iván Humanes (Barcelona, 1976). Licenciado en Derecho por la Universidad de Barcelona. En el 2005 publicó el libro "La memoria del laberinto" (Biblioteca CyH), en 2006 el ensayo "Malditos. La biblioteca olvidada" (Grafein Ed.) y en 2007 en la obra "101 coños" (Grafein Ed.). Prepara la publicación de su libro de relatos "Los caníbales" con la editorial Libros del Innombrable y la publicación de la novela "La emboscada" con la editorial coruñesa InÉditor.

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