Retrato de Jean M. Auel, por Bibiana Ripol

Hoy sale a la venta en todo el mundo el sexto volumen de la saga «Los hijos de la tierra», creada por Jean M. Auel en 1980 con El clan del oso cavernario. Con ella, Auel se propuso el difícil reto de narrar uno de los períodos más difíciles de novelar, el Paleolítico, de manera rigurosa, documentándose con detalle, siguiendo físicamente los rastros del pasado y, por supuesto, recurriendo a las armas que le aporta la pasión de la escritura ficcional. Esta nueva entrega que se anuncia como definitiva, La tierra de las cuevas pintadas (Maeva), inspirada en las Cuevas de Abric Romaní, Atapuerca y Altamira, nos devuelve a Ayla, la protagonista de la serie de novelas ambientadas en la Europa prehistórica, ya madre y a punto de convertirse en líder espiritual.

Bibiana Ripol, una de las personas que ha estado trabajando en la promoción del lanzamiento mundial del libro desde la editorial Maeva, nos ofrece el perfil humano de Auel durante la presentación a la prensa española, celebrada en Londres.

Jean M. Auel, nacida Jean Marie Untinen, es una mujer inteligente, observadora, tranquila y muy sensible. Está pendiente de todos los que entran en la Biblioteca del Museo Nacional de Historia de Londres para fotografiarla y entrevistarla, quiere saludarles personalmente. Sensible a la belleza, alaba el pelo pelirrojo de un cámara, así como los rizos y el brillo de los ojos de una joven periodista. Con sus palabras recordamos el detallismo con el que describe los bellos rasgos de algunos de los personajes de la saga «Los hijos de la tierra».

Reconoce que una agenda de siete días de promoción con periodistas de todo el mundo es cansada, pero comenta que se siente halagada y afortunada, como lo estaría cualquier escritor. La acompaña, como siempre, su marido Ray Auel, un señor encantador y discreto de raíces alemanas, que deja a su mujer todo el protagonismo que merece la ocasión.  También está con ella su hija Leonore, ya que con tristeza nos cuenta que su fiel secretaria de toda la vida murió hace nueve meses de cáncer.

La hija de Jean M. Auel,  extrovertida y risueña, es ahora su secretaria, lleva un año organizando todos los temas de su madre y ambas están encantadas.  Leonore es la tercera de los cinco hijos que tuvo su madre en sólo seis años, una belleza nórdica de origen finlandés. Al verla a ella uno se imagina lo guapa que debía ser Jean M. Auel de joven. Viéndolas a ambas no podemos evitar recordar la fisonomía de Ayla, la protagonista de la serie.

De esta manera tenemos el placer de conocer a dos miembros de la amplia familia de Jean M. Auel. Nos cuenta que en total son 32 y que se reúnen cuando tienen la  más mínima oportunidad. La familia se juntó hace unos años para hacer un maravilloso viaje a África y ahora están planeando realizar otro al Caribe. Mientras nos cuenta esto entendemos los clanes que tan bien describe en su serie, su familia es un clan “¡Creo que soy una matriarca!” dice riendo.  Sorprende el fuerte vínculo familiar que  esta escritora ha conseguido  en un país donde a los latinos  nos parece que la familia no tiene tanta importancia. La pena es que ninguno de los miembros de su familia haya seguido los pasos de Jean M. Auel  ya que, por el momento, ella es la única escritora.

La cena con los periodistas españoles resulta muy agradable. La editora, Maite Cuadros, con quien la autora tiene una muy buena amistad, consigue que los periodistas venzan su timidez y conversen con Jean M. Auel. Su marido, Ray Auel, alaba el vino español y la escritora disfruta como nadie de la deliciosa comida, lo que nos hace recordar todos los pasajes de la serie donde se cuentan con detalle recetas culinarias que hacen la boca agua a los lectores.

También su agente Jennifer quien ha ayudado muy activamente en la organización de la agenda de la autora, participa de la conversación y está encantada de lo bien que está saliendo todo.

Ese mismo día por la mañana los británicos ya se habían despertado con Jean M. Auel que había acudido a un programa matutino de la televisión a primera hora.

Durante la cena Leonore dice: “No sé si debería contarlo, pero los cinco hermanos dormíamos en una misma habitación” Su madre sonríe, sin darle mayor importancia. Nos cuenta que crió a sus hijos trabajando y estudiando al mismo tiempo, pero que no fue hasta los 40 años que empezó a escribir, cuando su hijo menor ya tenía 16 años: “Anteriormente había escrito poesía, como supongo muchos hemos hecho”.  Da buena muestra de ello en las poesías y cánticos incluidos también en sus libros como en Los cazadores de Mamuts o en Las llanuras del tránsito. Preguntamos con curiosidad a su hija sobre cómo es Jean M. Auel cuando está en pleno proceso de escribir y nos cuenta que un día, cuando ambas estaban comprando en el supermercado,  su madre tuvo una especie de shock al confesarle que había matado a Creb, uno de sus personajes: “Tengo una relación muy estrecha con algunos de mis personajes, probablemente conozco mejor a Ayla que a muchos de mis amigos más íntimos” comenta la escritora. De todos modos fue gracias a su marido, que se ocupaba de  los hijos, que Jean M. Auel se pudiera dedicar a escribir.

Sobre si seguirá escribiendo nos cuenta que sí, pero que aún no sabe sobre qué ni cuándo.  Pero primero se tomará un tiempo, quizás un año, para disfrutar de su familia y descansar: “Escribir es un trabajo duro, he criado a cinco hijos trabajando al mismo tiempo y os puedo asegurar que escribir es mucho más duro”.

Después de la sesión de fotos, las entrevistas con las teles y la cena con los periodistas españoles, Jean M. Auel dedica el día siguiente a conceder entrevistas individuales en su suite del maravilloso Hotel Langham de Londres a los periodistas que ya conoció durante la cena. Como buena fisonomista que es, reconoce a todos ellos, conversa con ellos dejando traslucir su lucidez e inteligencia y termina el agotador día sin dar muestras de cansancio y con una agradable sonrisa.

Para desconectar de su trabajo y de las entrevistas y poder pensar en algo distinto, Jean M. Auel quería ir al cine para así poder prepararse para los siguientes días de trabajo que le quedaban, siempre acompañada de su  propio “clan”.

Texto: Bibiana Ripol
Fotos: © Paul Hammer

Revista de Letras

Revista digital de crítica, cultura y pensamiento. Publicación bajo licencia Creative Commons. Desde 2008.

5 Comentarios

  1. Me encantaría saber escrivir y pintar. Pero no tengo idea, ni de lo uno, ni de lo otro.
    Así que admiro y valoro muchísimo a los/las que lo sabeis hacer.
    Me ha gustado mucho el artículo

  2. No sabe como me h a alegrado la noticia del sexto libro, iré a comprarlo y me pondré a leerlo co avidez. Me encanta la historia de Ayla. No he disfrutado tanto leyendo desde que terminé el quinto libro de Los hijos de la Tierra.
    Escribir unos libros como estos me produce una gran admiración haia la escritora y por qué no decirlo algo de envidia.

  3. bueno, yo soy del sur de America, soy de Valparaiso, de Chile; entrego esta informacion para poder expresar con mas fuerza y que se entienda, la profunda huella que JEAN M. AUEL , ha dejado en mi persona, cuando tube la oportunidad de leer, en una feria del libro, la primera hoja de la saga, de AYLA, al principio no le di importancia a lo que leia, pero pronto tube que cambiar mi opinion, en esa oportunidad no compre ningun libro de ella, pero al pasar la semana, empece a tener una urgente necesidad de saber que le pasaba a esta niña AYLA, con ello tambien la necesidad de conseguirme los demas titulos y al leerlos, despues empezar a ver la vida desde otro punto de vista, mas abierto a los cambios, mas humano, mas consiente de nuestro medio ambiente, mas compenetrado y lo mas importante creyendo que la humanidad, aun puede dar un giro asia al lado antes de caer al abismo que hemos creado en la destrucion de nuetro medio.
    no me queda mas que decir GRACIAS SEÑORA JEAN M. AUEL, por darme la oportunidad de ver a travez de su obras, lo mejor que podemos Ser.

  4. estoy leyendo por 2a vez consecutiva la saga ydecirle a la sra ke simplemente la ADORE desde el primer momento ke lei la primer hoja de su primer libro

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