Un diálogo a próposito de Claudio Rodríguez

Carmen Moreno ha conversado con Philip W. Silver, responsable de la edición de Rumoroso cauce. Nuevas lecturas sobre Claudio Rodríguez, publicado por Páginas de Espuma. Le acompañan dos de los colaboradores del libro, los poetas Luis Muñoz y Carlos Marzal.

(Fotos de la entrevista © Zoe Riudavets)

¿Cómo surge escribir este libro y que lo publique la editorial que, ahora mismo, es el referente en España del relato?

Philip Silver: Juan Casamayor es el sobrino de mi mujer, que es algo que ya pesa bastante, ¿no? Yo traté de colocar el libro con Tusquets, pero me dijeron que este libro, quizá hace once años, lo hubieran editado, pero en estos momentos no era viable. Y fue cuando hablé con Páginas de Espuma. El editor, Juan Casamayor, conoció bastante a Claudio Rodríguez. Después de que muriera Claudio, Juan quería publicar algo de él. Alguna que otra cosa inédita, por eso le interesó el proyecto.

¿Hay mucho problema para publicar ensayo en España?

P.S.: No puedo decirlo porque no conozco más que esta experiencia. Aunque en el ’98 publiqué otro y, sí, no era fácil publicar ensayo. Pero conocí a editores, como el de Cátedra. Apostó por mi libro, que era académico.

¿Este libro vuelve a ser académico?

P.S.: No queremos que se vea así.

Luis Muñoz: Al menos, lo que Philip nos pidió era que fuésemos completamente libres en la manera de elegir los poemas. Sólo por esa base ya se escapa. Y, además, no sólo le ha pedido el estudio a profesores y ensayistas, sino que también ha recurrido a poetas, como es nuestro caso. Nosotros nos salimos de lo académico y nos vamos hacia la experiencia personal de lectura de Claudio Rodríguez.

Carlos Marzal: Creo que lo que sí es, es un libro de refresco. Es proponer una serie de lecturas de refresco de Claudio Rodríguez. Cada cierto tiempo, a los grandes autores, los refrescamos, los leemos, para ver si pasan o no el filtro del tiempo. Creo que este libro sí que demuestra la vigencia de la poesía de Claudio Rodríguez, que se mantiene completamente intacta. Con los clásicos contemporáneos, como es el caso de Claudio, lo que hacemos es revisitarlos y Claudio es uno de esos poetas que crecen continuamente.

Creo además que eres tú, Carlos, el que afirma en el libro que cuanto más relees a Claudio Rodríguez más moderna te parece su poesía, ¿no?

C.M.: Me parece una de las voces más vivas de la poesía española del S.XX, a la altura de los mejores poetas de la tradición de la literatura española.

¿Qué está pasando con estos autores, que realmente, son de muchísima calidad? Al siglo XX se le ha llamado el Siglo de Plata por la cantidad de grandes poetas que ha dado nuestra literatura, pero nos hemos quedado sólo en el conocimiento de los poetas de la primera mitad de este siglo.

P.S.: El siglo XX rebosa grandes poetas.

C.M.: La poesía en español del siglo es maravillosa.

P.S.: Es mejor que, por ejemplo, la poesía francesa. Sobre todo la segunda mitad, la Generación del ’50 es insuperable.

Entonces, ¿cuál es el problema para llegar a estos autores?

L.M.: Yo no creo que haya problemas. Claudio Rodríguez es un poeta que está bien editado, del que se pueden encontrar sus libros con facilidad. Lo bueno de este libro es que se puede decir esto mismo, pero desde el presente más rabioso. Es decir, leerlo desde la perspectiva que tenemos hoy en día. Y creo que tiene una cualidad que me sorprende mucho: si a alguien se le puede aplicar, en esa generación, la atemporalidad, en el sentido de que no esté tan sujeto a cuestiones del momento, ese es Claudio Rodríguez. Es un poeta de todos los tiempos.

Con una voz mucho más clásica…

L.M.: No sé si es por el tipo de paisajista que es. El tipo de paisajes que describe… A mí hay poemas suyos que me parecen que pueden ser de su zona, de Zamora, de ayer mismo, pero que también pueden ser del siglo XIII.

C.M.: Es que en él lo urbano entra muy poco. Y los referentes espaciales muy concretos tampoco tienen una importancia excesiva en su poesía, por eso la atemporalidad y la situación en un espacio fuera de la concreción de un tiempo muy preciso.

Luis Muñoz y Carlos Marzal

Hay una conexión entre Claudio Rodríguez y Lacan, el psicólogo del surrealismo, cuando Lacan decía que no puede existir la escritura automática y completamente irracional porque en cualquier acto de creación siempre está presente la razón, el consciente. Y Claudio Rodríguez se sitúa en el otro extremo y dice que en todo acto de creación está presente también el subconsciente. Rodríguez agrupa una serie de tendencias que ¿creéis que se da en otros poetas?

C.M.: El componente irracional sí que es importante. Creo que es un ejemplo perfecto de cómo lo irracional requiere de un gran control de la razón y que todo lo que en apariencia es automático en un poema, no tiene de automático, de automatismo, sino de trabajo, de consciencia, de control sobre el poema. Ningún poeta pierde el control sobre su material.

L.M.: Yo creo, en ese sentido, con respecto al surrealismo, que él, ahí, si es un gran discípulo de la Generación del ’27. Lo que hace es lo que promulgaba dicha generación, que es utilizar el material de origen irracional en una estructura completamente controlada y dejarse llevar en un momento determinado, pero siempre sabiendo dónde se colocan las piezas. También lo onírico lo sabe trabajar Claudio Rodríguez muy bien. Pero él tiene un estilo muy personal, y tiene mucha distancia de cualquier escuela y utiliza lo que más le conviene a su acento.

¿Eso es lo que le hace grande?

L.M.: Sí. Es una de las cosas. Hay en él cierto aislamiento de cualquier otra manera de concebir la poesía.

Creo que eres tú, Philip, el que dice en la introducción que Claudio Rodríguez vivía un poco aislado, no de la gente, sino en referencia a un mundo interior muy rico y le gustaba mantenerse ahí para preservar su identidad. ¿Eso en Madrid era fácil de conseguir?

P.S.: Él salía mucho a la calle, pero vivía en Lagasca, un barrio muy tranquilo y, a pesar de su mito de andariego, yo no le vi pasear nunca por El Retiro, y lo tenía al lado.

L.M.: Yo eso lo entiendo, a mí me gusta mucho el campo, pero El Retiro no (risas).

P.S.: No sé qué palabra usar: hombre privado, hombre reservado. Yo me he considerado muy buen amigo de él, pero tenía una reserva. Nunca tuve la sensación de que pudiera entrar más allá de donde te marcaba él y no me consideraba menos amigo por eso. Tal vez era un cierto pudor.

Philip W. Silver

Ahora parece que hay una vuelta al género de la correspondencia: se han publicado las cartas de Cortázar a Carol Dunlop, la correspondencia que mantuvo con Félix Grande… ¿Son necesarias estas cartas para conocer al autor?

P.S.: Antes de la informática las cartas habían perdido mucha importancia. He leído todas las cartas de Pedro Salinas con su novia. Ella estaba en Argel y él en Madrid y, en aquel entonces, él le escribía tres cartas al día. Y hablaban de Argel, de Alicante.

C.M.: Y llegaban con más rapidez que ahora (risas). De hecho por el servicio postal, no digamos del XIX, las cartas tardaban un día en llegar a Francia, o…

P.S.: Eso es. La correspondencia de Salinas resulta fascinante porque habla de toda la poesía que él iba escribiendo. En el caso de Claudio, habla de sus poemas porque yo le pedí que hablara de ellos. De hecho si lees la carta puedes ver que él me contesta: “Lo que me pides es muy difícil, pero…”

En este caso entiendo que es necesario, pero cuando se publican algunas cartas de Vallejo y vemos la necesidad del hombre, lo paupérrimo de su situación, ¿es necesario para entender su obra?

L.M.: Yo soy un apasionado de los epistolarios porque creo que la  carta es un género en sí mismo. Y cuando un escritor escribe una carta sabe que está en otro género y se adapta a él. Por otra parte porque, cuando lees un epistolario, ves que cuenta una historia. Las secuencias se van hilando y también es una fuente de información riquísima. Conociendo la coquetería de las cartas, sabiendo lo que pueden contener de verdad éstas, son una fuente de información riquísima y muy palpitante, tocas al ser humano. Establece por medio de la palabra una comunicación directa con alguien para decirle algo concreto.

P.S.: Claro, las cartas que yo introduzco de Claudio son de amigo. Cuando se publiquen las cartas de Claudio y Aleixandre, veremos que tienen otra riqueza, que son otra cosa.

L.M.: El colmo de ese gran proyecto de cartas es el libro de Juan Ramón Jiménez que nunca vio la luz: Monumento de amor. Iban a estar en ese libro todas las cartas con Zenobia, todas aquellas cartas de amor, dándole a esas misivas el mismo valor que a sus poemas.

C.M.: Sí, iban a ir en ese proyecto: “Cartas escritas”, “cartas escritas, pero no enviadas”, “cartas que debería haber escrito, pero no escribí”.

L.M.: Por cierto, hay un ejemplo muy interesante de correspondencia entre Cernuda y Silver… Hay un momento de temperamento. Un interés sobre un joven hispanista que está trabajando sobre su obra y que, en un momento dado, le parece que ha trabajado más de la cuenta en la búsqueda y rescate de poemas antiguos y se enfada.

¿Es difícil encontrar en España a poetas que hablen bien de otros poetas?

P.S.: En absoluto.

C.M.: Yo creo que, precisamente, lo fácil es eso: encontrar poetas que hablen bien de otros poetas, y que se aprecian y se admiran. Luego, lo que ha habido en otros momentos, son batallas personales.

L.M.: Además, hay una cosa también: la admiración hacia lo otro está directamente relacionada con tu capacidad de absorber, de empaparte de la referencia de otro. De cualquier manera, sí es verdad que es difícil encontrar otro poeta del que se hable tan bien como de Claudio Rodríguez. Ahí han coincidido poetas rivales.

Entre los poetas jóvenes también está siendo muy valorado Claudio Rodríguez, ¿no?

C.M.: Yo creo que sí, que es una de las voces más indiscutidas.

¿Por qué elegisteis los poemas incluidos?

C.M.: Bueno, en mi caso, no es el poema que más me guste de Claudio Rodríguez, pero me servía para profundizar en algunos aspectos de la obra de Claudio que me interesan, como es esa forma que tiene de decir las cosas, de una manera que puede parecer hermética u oscura, pero que uno sabe que es la forma más adecuada de decirlo. La clarividencia entre nubes. Este es uno de sus encantos, de su magia.

L.M.: Fue muy difícil elegir uno, pero selccioné uno que condensa el mundo poético de Claudio Rodríguez y que comienza diciendo: “Todo es nuevo quizá para nosotros”. Creo que  es una de las claves de Claudio: ver las cosas como por primera vez. Y, por otra parte, es un poema de amor, uno de los pocos que escribió. Tiene esa cosa de poema un poco sólo dentro del conjunto del libro, pero, a la vez, condensador de toda poética. Esa mezcla que hacía posible en los poemas de una mirada cándida y a la vez tremendamente sofisticada y culta.

¿Esa oscuridad, ese mundo oculto, le acerca a Góngora y a Juan Ramón Jiménez?

L.M.: Yo creo que de Juan Ramón tiene mucho.

C.M.: Sí, probablemente es el otro gran poeta con el que más entroncaría. Es menos gongorino que juanramoniano.

L.M.: La verdad es que de Juan Ramón es difícil no detectar huella en cualquier poeta. Porque es el poeta fuerte. El poema de Juan Ramón: “¡Qué tranquilidad, Violeta,/ por el sendero, a la tarde, / caminando va el poeta.” Si en vez de ir caminado hubiera ido a caballo podría haberlo escrito Claudio Rodríguez. Es muy de entrar en profundizar en el paisaje, en el estupor y en la maravilla de estar vivo. De ir percibiendo los mensajes cifrados de la naturaleza.

Y de sus coetáneos ¿qué tiene Claudio Rodríguez?

C.M.: Creo que no se parecen casi ninguno. Es una generación de poetas muy distintos. Tienen muy poco que ver Claudio Rodríguez con Ángel González, o con una parte de la obra de Valente, con Brines… Es una generación muy variada con poetas muy distintos y Claudio, probablemente, sea uno de los más singulares.

Este libro es el proyecto más ambicioso en torno a Claudio Rodríguez, en cuanto a los nombres que se reúnen en torno al volumen.

P.S.: Bueno, en ese sentido, sí. La admiración por Claudio se demuestra en lo que han hecho todos los colaboradores, algunos con dos o tres días de tiempo. Han hecho magníficos ensayos en torno a Claudio y no siempre por amistad directa, sino por admiración por su poesía.

Y lo novedoso, además, es que no os ha pedido Philip Silver que analicéis un libro, sino un poema.

L.M.: Creo que eso es tener muy claro, por parte de Philip, que un poeta consiste en sus poemas. Es la ocasión para hacer algo que no es habitual, que no tiene espacio en otro tipo de estudios, para detenerse en la lectura de un poeta y ver qué mecanismos pone en movimiento en la cabeza del lector, esa cosa fascinante de la lectura.

Y le da un toque mucho más cercano.

P.S.: Sí porque el que escribe el ensayo se transparenta mucho más que en un libro sobre la poesía de un autor, y como ellos eligieron el poema… La única traba fue que los primeros tuvieron la  posibilidad de escribir sobre cualquier poema, y los que se fueron incorporando después ya encontraban limitaciones al elegir.

¿Es un libro para todos los lectores o es un libro para estudiantes de filología, o para poetas…?

P.S.: Yo creo que es para todos los lectores. Incluso, para los que han escrito estudios sobre Claudio, hay material inédito.

C.M.: Es un libro para cualquier tipo de lector. Paco Brines dice que la poesía no tiene público, pero tiene lectores. El lector de poesía es muy especial, de calidad, que persigue las cosas, no es un lector que vaya a un sitio y si el libro no está, ya no vuelva, es un lector que planea lo que quiere leer. Yo creo que el lector de poesía va a estar interesado en este libro.

¿Por qué recomendaríais la lectura de este libro y la obra de Claudio Rodríguez?

C.M.: Por lo mismo que recomendaría a cualquier gran poeta: porque es una forma nueva de mirar el mundo, porque ayuda a ordenar la vida propia y sirve para dar más intensidad a lo que nos gusta. Creo que una de las labores del arte y, sobre todo, de la poesía, es que da una mayor intensidad al mundo, a la realidad, a lo que amamos…

L.M.: Lo recomendaría porque es un libro reversible, en el sentido de que es una antología de poemas justificada hasta el detalle y porque es un libro sobre poesía, sobre qué es poesía con el texto delante.

P.S.: Sí, es un acierto formal, que me propuso Jaime Siles y ése es el punto álgido, que se parte de los poemas.

Carmen Moreno
http://letratlantica.blogspot.com

Carmen Moreno

Carmen Moreno es licenciada en Filología Hispánica por la UCA, Máster en Contabilidad y Finanzas (Cerem), Máster en Edición (Universidad de Salamanca). Tiene siete libros de poemas publicados y uno de relatos. Ha trabajado de guionista para TV, gestora cultural, impartiendo talleres. Actualmente trabaja de A.T. Cultural para el Ministerio de Igualdad.

3 Comentarios

  1. Estimada Carmen Moreno:
    No sabes como me ha emocionado leer tu entrevista con Luis Muñoz, Carlos Marzal, y conmigo. Sé muy bien, vamos, me parece, que la entrevista publicada aquí mejora, por lo menos, mi parte de la entrevista. Nos has sacado discursos, empalmados, lúcidos, enormemente coherentes. Das exactamente la impresión sobre el libro que yo hubiera querido dar.
    ¿Qué más puedo decirte? Cuando se hizo la entrevista en casa de Juan Casamayor no tenía idea de lo bien que podía quedar.
    Además, me han encantado las fotos de los entrevistados y mía, y sobre todo de Claudio. ¡Magnífica selección!
    Nada más por ahora. Ahora, viejo hispanista que soy, he caído en la cuenta de lo maravilloso que es el Internet, vamos, el posible alcance, accesibilidad de una reseña en Internet. Un gran abrazo de Philip.

  2. Querida Carmen:
    Estupenda tu entrevista con Philip Silver a propósito del libro RUMOROSO CAUCE que yo también he leído con gran placer. ¿Podrías hacer una reseña sobre dicho libro y me la envías para la revista? ¿Viste ya que salión tu reseña sobre Genet en el Raval? Ya me dirás. Un abrazo, Jesús

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