XXII Editores: Sergio Gaspar

Nos encontramos con Sergio Gaspar, director de DVD Ediciones, en el Slavia, un restaurante del Eixample barcelonés  donde se han fraguado no pocas historias relacionadas con su labor editorial. Entre calamares, croquetas y vinos asoma enseguida el tema de la crisis, omnipresente a lo largo de la charla. El panorama es desolador, según Sergio, quien apoya sus impresiones en datos y experiencias propias y ajenas. Una visión dura de la actualidad que, más allá de coyunturas económicamente desfavorables, tendría mucho que ver con el creciente desprestigio social de la literatura misma.

A modo de test…

¿Cuándo decidiste ser editor y por qué?

Yo viví una profunda crisis personal a mis treinta y tres años, que casi acaba conmigo.  Destruí cuanto había escrito -libros inéditos, apuntes de lectura, esbozos de ensayos, aforismos-, arrojé a los contenedores de basura de Barcelona la mayor parte de mi biblioteca, me separé de la literatura y me dediqué simplemente a dar mis clases en el instituto, a jugar a la bolsa, a beber aún más de lo que ya había bebido y a pagar servicios de prostitutas, entre otras actividades tal vez culturales. Necesitaba salvarme y, en aquel momento, la salvación la identificaba con el alejamiento absoluto de la poesía. Sin embargo, la poesía y la literatura deben de formar parte de mi código genético, o de mi incapacidad biográfica de dominar el oficio de vivir, porque fui regresando paulatinamente a la poesía -eso sí, sin escribir ni un verso-, me integré en el comité de redacción de una revista histórica, Hora de poesía, escribí reseñas en la revista Quimera, fundé con un grupo de amigos de Barcelona Bauma, Cuadernos de Poesía, colaboré con diversas editoriales…, en resumen, fracasé. Tengo ahora claro que mi mujer, Maria Fortuny, y yo creamos DVD Ediciones porque yo no podía dejar de ser poeta, yo no podía dejar de escribir, y, en aquellas circunstancias vitales en las que escribir un verso me suponía un ataque agudo de angustia, el acto de editar equivalía de alguna forma tolerable al acto de escribir. Por eso me hice editor: porque no pude dejar de ser escritor.

¿Cuál es el criterio principal de tu catálogo?

La construcción de literatura española de riesgo, tanto en el ámbito de la narrativa como de la poesía. Aunque DVD Ediciones comenzó con una colección de poesía y este género ocupa un espacio vital de su catálogo, la editorial ha publicado parte de la mejor narrativa española de estos años. Quien sepa de literatura, lo sabe.

Esther Zarraluki

¿Primer libro publicado?

Cobalto, de Esther Zarraluki, una estupenda poeta de Barcelona.

¿El libro más difícil de editar y de vender?

Varios libros han sido laboriosos de editar, en especial las antologías. Pienso, por ejemplo, en Feroces. Radicales, marginales y heterodoxos en la última poesía española, antología firmada por Isla Correyero; en Campo abierto. Antología del poema en prosa en España, en edición de Marta Agudo y Carlos Jiménez Arribas, o en Golpes. Ficciones de la crueldad social, cuya edición corrió a cargo de Eloy Fernández Porta y Vicente Muñoz Álvarez. Las antologías, si son necesarias porque plantean asuntos importantes, como éstas, son también difíciles de gestar. ¿El libro más difícil de vender? En general, todos los libros de literatura española alternativa, que es la que publica básicamente DVD Ediciones. En España, la literatura española de riesgo, de renovación, de sustitución de nombres y temas, interesa poco. En España, interesan las traducciones de autores reconocidos y reconocibles -en especial, si han escrito en inglés-, o las recuperaciones de supuestas joyas de la literatura extranjera -digo supuestas, porque muchas veces son libros menores que los suplementos culturales y los libreros reciben como obras maestras-: en suma, la sociedad literaria de España aplaude con fervor todo lo que no signifique construir, renovar, reflexionar o investigar en la literatura española. Fijémonos en este hecho curiosísimo, que debería invitar a una reflexión profunda, que naturalmente no se hará: la inmensa mayoría de las pequeñas editoriales que han surgido estos años en España no publica literatura española. No les interesa. Se dedican obstinadamente a traducir lo ya creado: clásicos, recuperaciones de otras literaturas, autores extranjeros en general de segunda fila…, en fin, la monserga de moda, celebrada por los suplementos y los propios escritores españoles. ¿Por qué? Fácil: porque crear nueva literatura española, además de ser lo más necesario, es también lo más difícil y lo menos comercial.

¿Qué libro te hubiera gustado publicar?

Me hubiese gustado ser el editor de Juan Goytisolo, Enrique Vila-Matas o Javier Marías, entre otros. Nací demasiado tarde. Por fortuna, he podido publicar a autores que serán tan importantes como éstos en la literatura española, que ya lo empiezan a ser.

¿Qué te impulsa a publicar un libro, además de verlo en tu catálogo?

Pido disculpas por repetirme: colaborar en la construcción de la literatura española. Cuando DVD Ediciones publica traducciones -nadie está libre de pecado-, estas traducciones, salvo casos aislados, casos indispensables para poder sobrevivir en una sociedad literaria que identifica ser un buen editor con ser un editor de literatura traducida, estas traducciones pretenden incidir en la literatura viva y dinámica del país. Pondré un ejemplo significativo. DVD Ediciones tradujo dos libros esenciales de John Ashbery, en edición de Julián Jiménez Heffernan: Tres poemas y Autorretrato en espejo convexo -un libro que Visor sólo había editado muy parcialmente, aunque bastantes críticos no se enteraron de ello y lo recibieron como una nueva edición, cuando en realidad era la primera vez que se traducía el libro completo, asunto gracioso-. A partir de esos libros, y gracias en gran medida a los prólogos de Jiménez Heffernan que los acompañaban, la dicción poética ashberiana ganó más protagonismo entre algunos de los mejores poetas jóvenes españoles.

¿Qué te impide publicar un libro?

He dejado de publicar algunos buenos libros por falta de recursos económicos. DVD Ediciones es pobre.

Por curiosidad: ¿Por cuántos correctores pasan tus libros?

Además del autor o el traductor, agentes fundamentales de este proceso, los corrigen habitualmente dos personas. Una soy yo, a menudo.

¿Libro electrónico?

La pregunta que a mí me fascina es ésta: ¿Literatura electrónica? He aquí el verdadero problema para un escritor y editor como yo: ¿sobrevivirá la literatura minoritaria, de riesgo, de renovación, con un soporte y una costumbre de circulación en la sociedad total o mayoritariamente de libro digital?  Tal vez no.

Confiesa: Vas a una librería. ¿Recolocas tus libros en las mesas de novedades o en los estantes cuando no están bien visibles?

Lo hacía en mis primeros tiempos de editor. Confieso mayor pecado todavía: a veces, colocaba un libro de DVD Ediciones sobre otro de un colega, tapándolo, odiándolo, negándolo. Ahora, más viejo y sabio y cínico, recoloco algunos títulos que me gustan de mis colegas editores para que estén más visibles.

Imagina: En unos años, debido al éxito de la editorial, te ofrecen formar parte de un grupo o venderla. ¿Qué haces?

No se puede vender lo que no te van a comprar.

¿Cómo crees que podría contribuir la impresión digital a aliviar la crisis que vive la edición de poesía en España?

La impresión digital en sí misma no soluciona nada. Como mucho puede ser viable en libros de tirada corta, como complemento de la impresión convencional.

¿Qué recursos consideras entonces que podrían resultar útiles? ¿Algún tipo de replanteamiento sectorial, por ejemplo?

Habrá  que buscar, si es posible, fórmulas nuevas. Tal vez la venta directa… No lo sé, realmente no lo sé, pero la verdad es que el porvenir lo veo muy oscuro. Y no me preocupa por mí, porque yo no vivo de la editorial, no pretendo construir una editorial importante, económicamente hablando. Sí pretendo lo que creo que he conseguido: crear una editorial importante literariamente, no sólo en poesía sino también en narrativa. Incluso, os diría más, para mí sería un descanso que una circunstancia exterior me obligara a cerrar la editorial. Sería muy difícil que yo o mi mujer, que es la otra socia de la editorial, tomásemos esa iniciativa, por motivos personales, por compromisos adquiridos, etc. Si una circunstancia exterior apareciese sería muy bienvenida.

En la definición y construcción de la colección de poesía de DVD Ediciones, codirigida por Eduardo Moga, ¿qué papel juega cada uno de vosotros?

La dirección en un sentido estricto la llevo yo, pero el papel de Eduardo ha sido y es relevante porque, entre otras cosas, ha permitido y permite mantener un diálogo, y es muy importante para tomar decisiones poder dialogar. Si no al final las decisiones no tienen fundamento, siempre son las mismas. Podríamos llamarlo asesor literario, sería una forma bastante exacta de definir su papel, pero también lo sería definirlo como codirector de la colección. De todas formas él no ha sido el único, porque cuando nació la editorial, José Ángel Cilleruelo codirigió la colección de poesía, y lo hizo muy bien. Parte de los aciertos de los primeros tiempos se deben a él claramente. Su figura fue muy importante, por ejemplo, en la publicación de Ciudad del hombre: Barcelona, de José María Fonollosa.

¿Y en la colección de narrativa, cuentas con algún tipo de asesoramiento?

En este tipo de proyectos, aunque haya alguien que decide, siempre hay detrás personas con las que hablas. A veces son unas y a veces son otras. Respecto a la colección de narrativa ha habido personas con las que he hablado mucho, por ejemplo Manuel Vilas, que es un gran amigo mío, y que ahora ha publicado Aire nuestro en Alfaguara, aunque toda su obra narrativa está en DVD Ediciones. Supongo que nadie se va a molestar si digo que Aire nuestro es una prolongación y una repetición de España, y que por lo tanto el origen de esta propuesta narrativa no es Aire nuestro, sino España, publicado en DVD Ediciones. Sin embargo, estamos en lo de siempre: cuando una cosa aparece en una editorial de mayor facturación parece como si hubiera salido de la nada, y entonces se le presta más atención, curiosamente, como si el crítico literario no fuese crítico de textos, sino crítico de sellos editoriales, lo cual no deja de ser muy triste para la salud de la crítica literaria.

¿Piensas entonces que en este país se tiende demasiado a la sociología literaria, por decirlo así?

Mucho no, completamente. Sin duda en España hay poca literatura y mucha socio-literatura.

Sin embargo DVD tiene un prestigio indudable, tanto para la crítica como para el público…

Prestigio tiene de sobras. Pero el mundo editorial español ya no da más de sí. Vamos a hablar de cifras, más allá de DVD Ediciones. Por ejemplo, hay libros de Anagrama, de autores españoles consagrados, que han vendido 500 ejemplares. O libros de narrativa hispánica publicados por Mondadori, de autores también conocidos, que a lo mejor venden 1000 ejemplares, hablando siempre de ventas reales, no de colocación en librerías. Y si un libro vende 2000 ó 3000 ejemplares eso ya empiezan a ser palabras mayores. Hay poetas de DVD Ediciones que han vendido tantos libros como algunos de esos autores de narrativa que tanto suenan. Pero el mercado y el sistema literario español son muy, muy pequeños.

A pesar de la oportunidad que supondría el hecho de que el castellano se hable en tantísimos países…

Pero es que el mercado español es sólo España, no es el mundo. Manuel Vilas ha publicado España en España y no ha vendido ni un solo ejemplar fuera de aquí. Y publica Aire nuestro en Alfaguara y no está en Argentina ni en México, ni en ningún sitio. Ese mercado no existe, no hay un mercado global, no se ha articulado nunca un mercado literario panhispánico. ¿Qué sería posible y deseable? Sí. Pero dificilísimo, también. Porque, entre otras cosas, a los países hermanos no les interesa, en general.

¿Desde un punto de vista comercial?

Desde ningún punto de vista. Salvo minorías muy minoritarias, en México o en Argentina les importa una mierda la poesía que se está haciendo en España actualmente, así de claro. Del mismo modo, y salvo minorías, la poesía que se hace ahora en Argentina no nos importa una mierda aquí.

Incluso en ocasiones la del propio país. Pensamos en esa especie de chiste o lugar común que afirma que la edición de poesía española lograría salir a flote sólo con que los autores que la conforman se molestaran en comprar los libros de sus contemporáneos…

De hecho antes era un poco así. Ahora la situación ha empeorado, hay un rechazo al triunfo de los otros.

¿Y la posibilidad de abrirse a otros mercados, potenciando las traducciones, por ejemplo?

No, la situación para bien o para mal es nacional, es española. Hablo de poesía, y en el fondo también de narrativa. El combate está en España, y ese es un combate cada día más difícil, cada día más viciado. Yo echo mucho de menos capacidad de autocrítica, respeto por la obra ajena, amor de verdad por la literatura. Porque mi experiencia de editor me dice que fundamentalmente lo que se ama es la propia obra y nada más, no amas la obra de los demás. Y, claro, la obra de los demás, si no eres tonto, puede ser mejor que la tuya, y si uno ama la literatura debe defender la posibilidad de que la literatura del presente no la estás construyendo tú, sino que la está construyendo otro, no te jode. Qué le vamos a hacer, a lo mejor es así. Yo creo que la literatura española, sinceramente, puede desaparecer. Lo he escrito, de hecho, en la web de la editorial.

¿Lo dices de forma literal?

Sí, sí. Tened en cuenta que la literatura no ha existido siempre. La literatura occidental, tal y como la entendemos, puede desaparecer y, concretamente, una de las que antes desaparecerían sería la española.

¿Cómo relacionarías esto con el hecho de en parte se lea más que nunca, si bien de una forma más superficial, gracias a la cada vez mayor presencia de Internet en la vida cotidiana?

Como han señalado varios estudiosos del asunto, Internet es una realidad lingüística, por más que esté repleta de imágenes o de música. Y ha producido un efecto curioso, que ha sido el aumento de la escritura y la lectura. Ahora bien, la base de la literatura se puede decir que es la lengua, pero también deberíamos decir, si somos más precisos, que la base de la literatura es la lengua literaria. Y si la gente no tiene aprecio ni conocimiento previo de la lengua literaria, dará lo mismo que se pase la vida entera leyendo, porque esa actividad no le va a llevar a la literatura. Decir que la lectura lleva a la literatura es una visión romántica, pero no es adecuada para una sociedad postmoderna y compleja como en la que vivimos. La lectura no lleva forzosamente a la literatura. Es la vivencia de la literatura la que te lleva a la literatura. Y esa vivencia está en crisis. Y está en crisis lo mismo en las escuelas, que en las universidades, que en los periódicos, que en Internet. La literatura siempre ha sido minoritaria, pero en este momento ha perdido su sentido social.

¿Podría ser reformulada esa función social de la literatura?

Pasaría por un esfuerzo de la sociedad por comprender que la literatura es socialmente importante. Y ese esfuerzo tendría que nacer en los colegios, en la enseñanza, manifestarse en la televisión… Aunque lo que más me preocupa es que entre las élites culturales del país también la literatura está perdiendo peso. Yo no aspiro a que la literatura sea una cosa mayoritaria; a lo que aspiro es a que al menos sea una cosa minoritaria, porque al problema que nos enfrentamos es que va camino de no ser ni siquiera eso. No se puede entender ni aceptar, por ejemplo, que un periódico como El País, que es el periódico más importante de la lengua española, esa lengua que hablamos 400 ó 450 millones de personas, tenga un suplemento cultural de 24 páginas en el que la literatura pierda terreno año tras año. Es la demostración palpable de que las élites de comunicación de la lengua española han prescindido de la literatura. Un suplemento de esta importancia debería tener 100 páginas, y 80 de ellas dedicarlas a la literatura. Sólo eso ya sería una señal a las élites intelectuales españolas de que la literatura es relevante, sólo eso. Pero la señal que te envía Babelia es que la literatura es un adorno, un adorno que cada día adorna menos. Otro fenómeno preocupante es que muchos literatos han parecido sustituir su deseo de hacer literatura por el de vender libros: se subordinan a las estrategias de mercado, a las tendencias de mercado, y fundamentalmente lo que desean es vender.

Pero eso ha existido siempre de algún modo, ¿no?

Sí, pero no tanto. Creo que las cosas no son radicalmente distintas, pero cuando van sumándose pequeñas diferencias al final acaban siendo muy diferentes. La urgencia de vender que hay ahora en España, de ganar dinero con la literatura, hace 20 años no existía. Lo veo también con mis amigos, esta necesidad de cobrar un buen anticipo, de publicar en una editorial de mayor presencia, de vender, fundamentalmente. En algún sitio contaba la anécdota, sin citar nombres, de un narrador que yo había publicado, un muy buen narrador que con su última novela, por cierto, ha cosechado excelentes críticas. Este narrador, cuando supo que había vendido 500 ejemplares de su novela, me escribió diciéndome que en realidad no estaba preocupado por la escasez de ventas en sí, sino por cómo eso afectaba a su prestigio en la comunidad de narradores españoles. Venía decir que, en el mundo literario actual, si no vendes parece que no seas buen escritor. La condición de vender ya es una condición que te proporciona identidad, y la de no vender te priva de esa identidad. Y esto es realmente grave. Si no existe esa elite que te recompensa y te reconoce la calidad de tu obra, lo único que le queda al autor es el mercado; y somos humanos, necesitamos un reconocimiento. Por eso me preocupa tanto que las élites se estén separando de la literatura. En el mercado no hay nada que hacer, porque no es lo mismo un lector que un lector de literatura, esta diferencia es muy importante. En las listas de libros más vendidos pocas veces entran libros de calidad literaria. De vez en cuando entra alguno, recientemente, por ejemplo, Enrique Vila-Matas. También es verdad que Vila-Matas durante mucho tiempo no vendía nada.

¿De dónde vendría ese creciente desinterés por parte de las élites intelectuales?

La literatura ha perdido en gran parte sus connotaciones de prestigio social. Los literatos no crean un discurso social global, y antes sí lo creaban. Yo también lo relaciono con la huida del compromiso, del compromiso social como mínimo, aunque también político, en un sentido amplio. Una de las formas en que los literatos podrían recuperar prestigio social sería comprometiéndose de nuevo. Visto con perspectiva histórica, hubo abusos en el compromiso político, por ejemplo. Ahora bien, ese error debería ser corregido con un compromiso que fuera más allá de las vinculaciones con grupos políticos, un compromiso con los problemas que realmente acucian a la sociedad occidental. De hecho, las figuras que han sobrevivido y que mantienen su prestigio son aquellas que se han comprometido con segmentos sociales, caso del ecologismo. La solución, en todo caso, no es descomprometerse de todo. A mí no me parece necesario que un escritor español actual esté defendiendo en las elecciones el programa de un partido, aunque me parece bien que lo haga. Pero yo asisto desde hace varios años a varias crisis sociales en España y no veo respuesta por parte de los escritores. Por ejemplo, la crisis del concepto de España: no hay ningún literato que esté haciendo un discurso potente y comprometido sobre el tema, ninguno, ni para bien ni para mal.

¿Te refieres desde la propia obra o al margen de ella, como figura pública?

No es forzoso que lo haga desde la propia obra. Si lo quiere hacer, muy bien, pero también puede hacerlo desde fuera de ella, y eso no se está haciendo. Y es cierto también que cuando alguno lo intenta hacer lo machacan, lo ridiculizan, vienen a decir que ese no es el papel de un escritor, tanto desde la derecha como desde la izquierda. Me parece un gran error. Hay una crisis económica gravísima en España. ¿Dónde están los escritores que creen un discurso sobre esto? No hay ninguno. No hay un discurso literario humanista sobre el asunto, nadie escribe nada, nadie dice nada. Se lo dejan a los economistas y a los políticos. O sobre el asunto de la inmigración, por ejemplo. O sobre el asunto de la multiculturalidad. Y cuando algún autor en particular, como ha sido el caso de Antonio Gamoneda, se ha querido singularizar apoyando determinadas posiciones políticas, ha sido masacrado, ha sido laminado por completo. O sea que es algo que no se quiere o no se sabe hacer por parte de los propios escritores, y que desde la propia sociedad, por otro lado, no se acepta que se haga. Esta actitud convierte a un escritor en algo socialmente aún más innecesario, cuando el escritor, por el material con el que trabaja, está más capacitado que, por ejemplo, un físico, para dar respuestas globales a problemas globales. Esas respuestas hoy no existen.

Álex Chico / Juan Vico

Más información: Web de DVD Ediciones

Álex Chico y Juan Vico

Álex Chico (Plasencia, 1980). Licenciado en filología hispánica por la Universidad de Salamanca. Autor del poemario "La tristeza del eco" (Editora Regional de Extremadura, 2008), y de las plaquettes "Nuevo alzado de la ruina" (Vebo Blues Ediciones, 2005) y "Las esquinas del mar" (Vitolas del Anaïs, 2004). Es crítico literario y codirige la Revista de Humanidades Kafka.

Juan Vico (Badalona, 1975) es Licenciado en Comunicación Audiovisual y D.E.A. en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada. Autor de los poemarios "Víspera de ayer" (Pre-Textos, 2005) y "Gozne" (Ayuntamiento de Zaragoza, 2009), así como de numerosos artículos y reseñas sobre cine y literatura en diversas revistas culturales.

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